La conservación preventiva tiene como objetivo identificar los riesgos medioambientales y humanos que pueden constituir una amenaza para las colecciones. El conservador-restaurador propone acciones para contrarrestar estas amenazas y crear las condiciones más favorables que permitan preservarlos a largo plazo, a través de medidas indirectas.
La gestión de las condiciones medioambientales (temperatura y humedad relativa) rresulta de una alquimia sutil. En función de la temperatura, el papel, el cuero y el pergamino se deforman. Asimismo, al absorber y repeler la humedad del aire, se fragilizan. Para mantener un ambiente estable, es preciso medir y controlar constantemente ambos factores.
¿Se ha preguntado alguna vez por qué el ambiente de las bibliotecas patrimoniales es tan sosegado y hasta parece misterioso? Como nosotros, los libros y los dibujos tienen su «capital solar». La luz, bien sea natural o artificial, daña y empalidece los objetos librarios de manera irreversible. Para protegerlos, debemos conservarlos en cajas y limitar la intensidad de la luz y la exposición a esta, tanto mientras están guardados como durante su exposición.
Peor que el peor de los hechizos, la contaminación está en todas partes y puede destruir el patrimonio. El polvo, los, compuestos orgánicos volátiles (COV) y los gases, no solo los procedentes del exterior, sino también los que repelen los muebles, degradan los objetos, corroen los metales y fragilizan el papel y el cuero.
A los insectos, los roedores y los hongos les fascinan los libros y los documentos. Controlar las condiciones ambientales, quitar regularmente el polvo e implementar dispositivos de vigilancia como, por ejemplo, colocar trampas, limitan las infestaciones
¡Los libros son artefactos muy delicados! La consulta y la exposición son momentos de riesgo que requieren la participación de los especialistas. Ellos son quienes conocen los gestos adecuados